La terraza junto al mar está en peligro de extinción. La Ley de Costas, grupos ecologistas, los fundamentos de las actividades permitidas en dominio público, plantean sólidas argumentaciones contra los chiringuitos. En la práctica no hemos aún internalizado esta cultura de protección del medio ambiente; aún tenemos una vía de escape moral para poder disfrutar de los chiringuitos. Mientras esto ocurre (no sin un rápido pensamiento acerca de una naturaleza prístina), la noche va cayendo. Se encienden unas luces de tungsteno nada eficientes que iluminan la vegetación circundante y el mar se apaga al fondo.
En el lado contrario hay una edificación contenida en una terraza cubierta que se usa en invierno. Está elevada 1m desde la altura de la terraza inferior de manera que permite una vista sobre las mesas y balaustradas que están en el exterior. La arquitectura está aquí compuesta por elementos constructivos que se han elegido "por definición", con toda naturalidad. La resolución de la iluminación exterior es completamente improvisada (unos cables que van colgando entre plameras, árboles y columnas. Me pregunto cómo es posible que a la hora de elegir un lugar que celebre la arquitectura he elegido este. No lo sé. Tampoco veo ninguna moraleja detrás de esto.
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